viernes, 5 de octubre de 2007

El final de Jacobo




Él sabe que es necesario aceptar que ella se fue. Pero una cosa es saberlo y otra muy diferente, estar dispuesto a continuar su vida sin ella. Esta no es una pelea más. Nunca se habían ofendido a tal extremo, y ella nunca había tardado más de tres días en regresar.

Sabe que debe esperar algunos meses para llamarla nuevamente. El celular de Jacobo ha sonado una y otra vez, pero él no lo responde, pues está seguro, la única persona que en este momento le importa que lo llame, no lo hará. El teléfono suena también sin parar, y Jacobo, en un engaño de su mente, buscando desconectarlo, lo contesta: ¿Señor Jacobo Hernández?, ¿es usted familiar de la joven Mariana Cortés?... Jacobo no necesita escuchar más, para saber que ella, ahora sí, nunca regresará, pues esta llamada le ha confirmado su profundo adiós.

Sebastián Arias Zuluaga.


Él buscaba una razón en lo intangible, en lo no banal, en las cosas que para nadie tenían explicación, se saturó de lo absurdo para hacerlo comprensible, el alcohol y el caos podían adormecer menos la ira, podían ahí ser sus amigos, su dolor no ardía pero si quemaba, encontró en su habitación la válvula de escape para huir de la sombra de la muerte que siempre lo asustaba, buscaba descargar su ira en lo palpable, la sombra de la expiración total de un cuerpo lo hacía vivir cosas que no anhelaba que sucedieran, constantemente estaba cerca su odio, pero ella desea su dolor. Él buscó entonces una discusión con la existencia.

El caos llega a sus 7 capas de piel, cada una e ellas se fue hilando con el pasar de los nacimientos de sus hijos, del tiempo, de las risas, de los orgasmos; siempre a su paso iba la oscura llama de esa maldita defunción que lo acompañaba, ella le decía que algún día si iba a llegar, así él se resistiera, y si… lo acompañó hasta hoy 4 de octubre, cuando el amargo olor a muerte llegó y se llevó a su esposa, sus tres hijos… se llevo sus 7 capas de piel.

Johanna Cristancho.

Horas antes, Jacobo se encontraba a las afueras de la casa, en el bosque, sentado junto a un árbol, escribiendo un poema titulado “Un Buen Día Para Morir”, en estas líneas se dibujaban las siguientes frases; La mañana anterior me desperté, creí que vivía, así es que me hice el de la vista gorda e intenté en el transcursos del cantar de los pájaros, tergiversar esta afligida realidad, me emocioné, disfrutaba pensar que yo no era yo, que yo era otra persona, una persona con una átomo de fortuna divina de la que él estaba cansado y pues como yo, bueno el otro yo el primer yo quería sentirme vivo y disfrutar de mi amarga soledad, esta soledad en la que voy vagando por el mundo tratando de encontrar una excusa o tan siquiera un motivo para creer que cada sórdido segundo que pasa asesino mi existencia. Mientras tanto, cauteloso, conservando una discreta distancia observaba, lo observaba, y fue así entonces cuando pude verlo en medio de en un jardín de fuego y lodo como poco a poco volvía a tomar su lugar, aquel chocante lugar al que le llaman realidad y vi entonces como Jacobo pudo tener una perspectiva diferente de aquel momento y también lo escuche gritarle a las sombras de los fantasmas que suelen melodiar ese lugar; que ya no podía más, que ahora le fastidiaban sus carisias, aquellas carisias que ella sabe fingir tan bien, en especial en las frías noches de invierno, como lo sería la de este día en este mes de Octubre, que ya se avecinaba, mientras le gritaba a aquellas sombras, tan reales como los puros con los que suele acompañar sus preciadas botellas de whisky y tan reales como las picaras mañas de esta encantadora maga, Julio Cortazar si que sabe muy bien a quién me refiero… y Jacobo seguía gritando; pues bien, lo sé, sé que esta maga logra hacerme creer en aquello tan anhelado, pero tan bien soy consciente de lo efímero que resulta este absurdo, y también triste es, que ahora la conozco muy bien, diría que demasiado bien como para que me sea inevitable ignorar su putrefacta actuación, pero no importa, seguiré dándome por desentendido.

Los pájaros de pronto se detuvieron, se detuvieron rayos, por un momento fue chocante escuchar el silencio inmenso del bosque, fue perturbador, tanto que si no hubiese sido, porque del coro se apoderaron las ranas y a los sapos que buscaban conquistarse en medio de mi presencia, mis tímpanos y mi alma hubiesen estallado al igual que una cigarra, pero bueno lo mejor es que el silencio por fin terminó, pero ahora hay otro problema o será una dicha, bueno como un día le escuche decir a la maga, todas las cosas depende según tu percepción, sólo que a mi juicio… aun sigo confundido… en fin, como sea, ese problema o dicha, radica en que el aire de pronto comenzó a tornarse bastante denso y eso sólo suele significar una cosa, la maga se aproxima y pronto, en menos tiempo que el lleva aleteo de un colibrí, ella llegará.

Pero esta vez Jacobo fue lo suficientemente astuto para prever su llegada y antes que pudiera darme cuenta, Jacobo, como si tuviese don de la omnipresencia se resguardó en el interior de su habitación.

Las ranas y los sapos también dejaron de cantar y eso, en este lugar, es sinónimo de que la noche no esta más lejos, que Jacobo de un trago de whisky a pico botella. Porque el tiempo en este lugar es tan relativo como las mismas realidades de quienes aquí habitan.

En este momento viejas penas mueren para Jacobo, pero eso no tiene nada de agradable para él, ni para mí, pues por cada una que se extingue de su ser, suelen nacer dos y en ocasiones hasta tres más de ellas.

Ahora es de noche, en invierno, mediados de Octubre…

Zapotín.


Todo parece como sacado de una película, la verdad me parece increíble que esto le haya pasado precisamente a ellos. Valeria, su novia, acababa de llegar de su trabajo, últimamente estaba muy cambiada, como si ocultara algo. El creía que tenía un amante, todo le daba mala espina. El acababa de llegar a la casa y allí estaba su hijo Manuel de aproximadamente 23 años, el casi nunca iba sin antes llamar. Estaban muy nerviosos cuando vieron a Jacobo y en ese mismo instante Manuel se marcho de una manera extraña.

En los siguientes días, descubrió varias veces a Valeria teniendo conversaciones telefónicas raras, cuando él le preguntaba que pasaba, ella se le iba por la tangente. De repente un día después de que Valeria terminara una de esas conversaciones, le dio por hundirle redial y resulta que contesto su hijo. De inmediato se dejo cegar por la ira y colgó. Le dijo a Valeria que tenía que ir de urgencia al trabajo y que tardaría. Hizo el amague da salir de su casa, pero en realidad se quedo escondido muy cerca de allí. A la media hora llego Manuel, ató hilos y llegó a tal conclusión, se la estaban haciendo. Entró a la casa, dispuesto a todo. No dejo que ninguno de los dos hablara. Hubo lanzamiento de copas y algunas otras cosas, hasta que los asesinó a ambos con la pistola que había llevado consigo. Cuando se tranquilizó un poco y se dio cuenta de lo que había hecho, se puso a esculcar en la chaqueta de su hijo y se encontró con una especie de tarjeta que decía, ¡Padre, te deseo lo mejor en tu cumpleaños!


Carlos Andrés Gómez.



Jacobo recibe la llamada de Héctor, el escolta de la familia. Al colgar, enloquece y rompe en llanto, tira todas las cosas que tiene a su alrededor, los cristales de su vaso de whisky que lo han lastimado se riegan por todo el piso y su mano ensangrentada mancha las paredes del lugar. Héctor le ha afirmado que su familia está muerta.

¡Corten! Dice el director, y Jacob se disgusta por las repetitivas pausas de la producción. – ¿y ahora qué? Pregunta Jacobo. – El vaso de whisky, tienes que agarrarlo bien, no parece que estuvieras preocupado por lo que hubiese pasado en esta habitación, hay que concentrarse. Retomemos 3, 2. – ¿Porqué a mi? ¿Porqué a mi? Es imposible creer que un día tienes todo en las manos y que gozas de plana alegría, ¿para qué? Si al otro día tu vida se arruina y no tienes nada. ¡Corten! – ¿No estudiaste tus líneas? Así no podemos continuar, concentración. Jacobo vamos de nuevo. Grabando 3, 2.

Unos minutos después, Jacob se tiende sobre la madera fría y ve a su lado un cortapapeles que sutilmente se pasa por su muñeca. Lo ultimo que ve después de morir, es su sangre en el suelo que corre mientras se mezcla con el whsky que minutos atrás había regado sobre el piso.

Natalia Cortés


Sin creerlo aun, recoge las botellas, y la que esta a medio pico la hace a un lado. Se sienta a llorar y ver correr la sangre de su amada mezclada con agua y ceniza que pasan por sus pies siendo llevada por la más ligera prisa que se esconde entre el temor y la incertidumbre.

Jacobo escucha en la sala algunos pasos, va y mirar y se da cuenta que lo han descubierto, la muerte de su amada ya no era sólo un secreto de él y su estudio, ahora el mundo lo sabría.

Diana Ximena Borja

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